Buenas noches, recapacitando en el día de hoy y viviendo una series de experiencias a lo largo de la semana, la entrada de hoy va dedicada al apoyo y a la importancia del mismo para las familias y para el profesorado que trabaja o convive con niños con necesidades educativas.
Es una tarea preciosa, pero que a diferencia del profesorado o familias que no tienen niños/as con discapacidades de cualquier tipo, supone un trabajo y un esfuerzo mayor, sobre todo psicológico puesto que en el caso de las familias, trabajan y se enfrentan día a día a nuevos retos: cada día es una nueva vida, nunca sabes que puede pasar; y para el profesorado, supone un gran esfuerzo puesto que no se observan resultados a corto plazo, si no que necesitas mucho tiempo para obtenerlos y tienes que tener unas capacidades que quizás otro tipo de profesorado no necesite.
La mayoría de las veces, observo como las familias de este alumnado están cansadas, desmotivadas, desanimadas, tristes, sin esperanzas, con una carga muy grande a sus espaldas...
El profesorado, muchas veces desmotivado o desesperanzado porque no ve a corto plazo los resultados en sus alumnos.
Esta semanas, he estado asistiendo a unos talleres para padres y profesorado, en el cual a la vez que se trabaja sobre una actividad en concreto, se conversa y se intercambian vivencias entre familias y profesores.
Considero que es de vital importancia que las familias y profesores se unan en convivencias y actividades o talleres y que, además de trabajar y aprender sobre algo ( por ejemplo en los talleres a los que he asistido han sido de elaboración de jabón natural, magdalenas...) sirve para conocer que no estamos solos, y que muchos como nosotros viven y sienten lo mismo.
Esto supone un incentivo de motivación y felicidad para ambos colectivos lo que supone una mejora para la vida de nuestro niño/a.
María.
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